Previsible demora del muy necesario acuerdo comercial tras la cumbre del G20
Acabo de regresar de un congreso anual en Washington, dedicado a las relaciones financieras de China y Estados Unidos. Aunque[…]
Acabo de regresar de un congreso anual en Washington, dedicado a las relaciones financieras de China y Estados Unidos. Aunque el evento se centró principalmente en la coordinación entre ambos países desde el punto de vista de los mercados financieros y su regulación, la conversación derivó en ocasiones hacia la vertiente geopolítica. Huelga decir que las disputas comerciales han sido el eje de gran
parte de las intervenciones.
Cambio de postura tanto de EE.UU. como de China
Cuando asistí al mismo congreso el año pasado, Estados Unidos había lanzado la "primera oleada" de amenazas sobre los aranceles contra China, y adoptaba una línea dura. Incluso quienes no simpatizaban con el modus operandi de Trump parecían comprender las razones que subyacían a sus amenazas arancelarias. En aquel momento, la parte china se mostraba menos beligerante, mucho más conciliadora e interesada en comprender qué buscaba realmente Estados Unidos.
Ahora, 12 meses después, han cambiado las tornas. Muchos de los participantes chinos muestran una actitud más dura que los estadounidenses, ya que la opinión más generalizada entre ellos es que Estados Unidos pretende en realidad humillar a China, no buscar un acuerdo con fundamentos económicos. El año pasado, algunos de los ponentes chinos sugerían que el Presidente Xi podría haber despertado las iras de Estados Unidos y el resto del mundo desarrollado al desplegar de manera excesivamente agresiva el plan Made in China 2025. Pero este año comulgan totalmente con la postura del presidente chino.
Estados Unidos: división de opiniones sobre la política arancelaria
En esta ocasión, entre los participantes estadounidenses ha existido un intenso debate sobre las posibles repercusiones de los aranceles en la inflación interna, los beneficios empresariales y, en general, el conjunto de la economía de EE.UU. Ha habido división de opiniones: algunos consideran que Estados Unidos mantendrá buenas cifras de crecimiento y baja inflación, mientras que otros se muestran preocupados sobre las implicaciones que todo esto va a tener sobre la economía a medio plazo. Se observa también una creciente frustración hacia la administración Trump y su falta de estrategia real a largo plazo en su (particular) política económica.
Huawei y la cuestión del robo de propiedad intelectual
En el evento, se ha hablado mucho también sobre el caso de Huawei y las disputas sobre propiedad intelectual. El problema del robo de propiedad intelectual y el no acatamiento de las sanciones es real y está muy presente en el entorno empresarial chino (un abogado especialista en patentes nos habló sobre una práctica consistente en inundar la oficina de patentes estadounidense con cientos de solicitudes falsas para desviar su atención). Así pues, aun si se colara algún tipo de indulto a corto plazo en el eventual acuerdo comercial entre ambos países (y este ''si'' es de gran importancia), la pugna sobre propiedad intelectual sin duda va a continuar. Las declaraciones del Presidente Trump en la reunión del G20 sobre que las empresas estadounidenses podrían continuar vendiendo productos a Huawei es un primer signo positivo, que sin embargo podría quedar en nada, o no ir seguido de un acuerdo de mayor alcance.
Las bolsas necesitan un acuerdo que dé lugar a un levantamiento de los aranceles
En cuanto a las reuniones que he mantenido y sus implicaciones para la inversión, sigo considerando que es importante para los mercados de renta variable que se alcance un acuerdo comercial. Se trata de una necesidad que va más allá de la mejora del clima del mercado: hablo en términos concretos, sobre todo del efecto de los aranceles sobre los beneficios empresariales, tanto directa (por ejemplo, la disminución de márgenes si los aranceles no pueden trasladarse enteramente a los clientes) como indirectamente (el posible efecto sobre la demanda, ó el incremento de costes derivado de la reorganización de la cadena de suministro). No olvidemos que los beneficios siguen siendo un condicionante básico para las acciones, sobre todo en los mercados emergentes. Para que el eventual acuerdo fuera efectivo, tendría que incluir el levantamiento de los aranceles, como mínimo el del 25% que se ha impuesto recientemente sobre 200.000 millones de USD en productos, y del otro, también del 25%, que se anunció previamente que afectaría a otros 300.000 USD y que finalmente ha quedado aplazado en la última cumbre del G20. Y cualquier otro elemento que se incluyera (como el indulto a Huawei) sería un complemento añadido.
Por ello, considero que el desenlace de las disputas comerciales es una cuestión relevante. Sigo creyendo que el acuerdo comercial llegará en algún momento de este 2019. Mientras el gobierno chino consolida un frente duro, la preocupación de Trump sobre la pérdida de electorado y su obsesión por los mercados bursátiles estadounidenses podrían suavizar su postura hasta el punto de que China se planteara volver a la mesa de negociaciones.
Demora en el acuerdo comercial
Además de lo dicho hasta ahora, debo apuntar que tras este congreso han cambiado mis perspectivas sobre la demora del acuerdo comercial (mayor de lo que inicialmente pensaba yo) y la potencial volatilidad del mercado durante ese periodo (que consiguientemente podría perdurar más de lo que creía). Si bien la decisión en el seno del G20 de reanudar las conversaciones es positiva, queda todavía mucho por hacer hasta llegar a un acuerdo. Considero que el gobierno chino tiene ahora la determinación de no ceder fácilmente ante lo que percibe como un intento de humillar a su país por parte de la administración estadounidense, y está dispuesto a sacrificar el crecimiento económico para hacerlo. Creo además que, si no se alcanza un acuerdo antes de diciembre, seguramente ya no llegue hasta después de las elecciones presidenciales. Esto supondría que los aranceles se aplicarían durante más tiempo, con sus probables repercusiones negativas sobre los beneficios empresariales y sus perturbaciones para la actividad económica global. El inicio de 2020 traerá consigo la preparación para la campaña presidencial, con las primeras reuniones de los comités electorales, por lo que seguramente Trump no quiera que este asunto siga acaparando los titulares de prensa.
Repercusiones negativas para las cadenas de suministro del sector global de TI
Desde el punto de vista de la inversión, esto supone una mayor probabilidad de volatilidad en los mercados de renta variable (sobre todo en los ME) a lo largo del verano. Sigo muy preocupada también por las cadenas de suministro, sobre todo en TI. Las empresas no sólo tendrán que invertir y asumir costes para trasladar sus cadenas de suministro fuera de China, sino que esto seguramente conlleve una fragmentación de dichas cadenas (no existe prácticamente ningún otro país que pueda ofrecer el mismo nivel de disponibilidad de mano de obra e infraestructuras que China) y un incremento de los costes de producción que se extenderán más allá de las disputas comerciales y de derechos de propiedad intelectual. El potencial surgimiento de dos ecosistemas de TI, uno encabezado por China y otro por EE.UU., también tendrá implicaciones de gran calado para los costes y el desarrollo en el sector de TI.
Fabiana Fedeli, responsable global de activos fundamentales de Robeco