¿Qué hacer con las petroleras tras Doha y con el crudo al alza?
El barril, pese al fracaso de las negociaciones para congelar la producción, ha continuado al alza. ¿Significa que hay que mantener en cartera a las compañías del sector?
La del 17 de abril en Doha (Qatar) era una de las citas más importantes del año. Los principales países productores de crudo habían acordado reunirse para intentar un acuerdo para congelar la producción de petróleo y de esa manera intentar subir el precio. Las dudas respecto al posible éxito de la reunión tenían que ver con Irán, en si después de una década con sanciones iba a unirse al acuerdo y si su decisión de quedarse fuera supondría el fracaso del encuentro, dado que Arabia había amenazado con no contener el bombeo de sus pozos si los iraníes no hacían lo mismo. El peor de los escenarios se hizo realidad. El representante iraní ni siquiera se presentó.
Los rumores y las casi promesas de acuerdo provocaron que el barril de Brent, de referencia en Europa, recuperara desde los mínimos que marcó en los 27,88 dólares el 20 de enero hasta rozar los 45 dólares el 12 de abril. El West Texas rebotó desde los 26 dólares hasta los 42 en un periodo casi idéntico. ¿Significaba eso que el petróleo se va a venir abajo después de que los países productores no hayan llegado a un acuerdo para congelar la producción, algo que podía haber puesto en precio el barril? No, lejos de bajar, el precio del crudo ha continuado subiendo después de Doha, hasta superar los 45 dólares en el caso del Brent. ¿Qué, entonces, ocurrirá con las petroleras?
Luis Padrón, de Ahorro Corporación, opina que es muy poco probable que el precio del barril emprenda el camino de vuelta. Comenta que podría retroceder a corto plazo a los 37 o 38 dólares, para después volver a la tendencia de recuperación sostenida que ha desarrollado durante semanas.
Para Daniel Pingarrón, de IG, la reunión ha puesto de manifiesto que nunca va a haber un acuerdo de congelación de producción, a no ser que el barril regrese a los 30 dólares o caiga más allá. Probablemente habrá otro encuentro en junio. De todas maneras, Pingarrón afirma que no es probable que el barril caiga tanto para presionar la firma de un acuerdo, puesto que el petróleo, en la recuperación que ha registrado desde mínimos, además de la posibilidad de un arreglo entre los productores, también ha cotizado la desaparición de los miedos a que haya una nueva recesión. Pingarrón añade que, mes a mes, se está reduciendo la producción con 'fracking', lo que provoca que el exceso de oferta se esté reduciendo. De hecho, en los últimos datos procedentes de Estados Unidos se puso de manifiesto que la producción americana está mermando. Por esas razones, Pingarrón dice que, a seis meses, el crudo se moverá entre los 35 y los 50 dólares.
Daniel Lacalle, de Tressis Gestión, coincide más o menos con la horquilla de Pingarrón: estima que el crudo oscilará entre los 35 y los 45 dólares, pero siempre que el dólar no se devalúe. En su opinión, lo ocurrido en Doha ha sido «lo correcto»: no pueden congelar la producción los actores más eficientes del mercado. Son los productores caros los que han de sufrir el recorte. Además, los precios no van a subir, dice Lacalle, con restricciones en la oferta.
Para Ole Hansen, jefe de estrategia de materias primas de Saxo Bank, en términos más políticos, la OPEP ha mostrado en esta reunión una completa falta de liderazgo. En ello coinciden los expertos de Barclays que apuntan que podría desembocar en una fuerte caída del petróleo a corto plazo. Esa posibilidad se ha visto frenada, añaden, por las huelgas de Kuwait y los cortes de suministro en Nigeria y Canadá. Pero según los expertos de Barclays, en el peor de los casos, el barril no caerá muy por debajo de los 30 dólares. Sus pronósticos para el segundo trimestre hablan de un Brent en los 36 dólares, para alcanzar los 43 dólares en el cuarto trimestre, debido al recorte de la sobreoferta previsto. «Veo riesgo de caídas en el precio limitadas más allá de los 35 dólares por barril», añade Hansen, que apunta: «Lo que podría alterar esta ecuación es que Arabia Saudí vuelva a usar su arma del petróleo contra Irán. Si aumentan la producción para mantener la cuota de mercado, podríamos ver el precio del crudo caer hacia los mínimos de 30 dólares». Desde el punto de vista técnico, hay que vigilar los 37,50 dólares en el West Texas y los 40 dólares en el Brent.
Álvaro García-Capelo, de XTB, no descarta que el Brent vuelva a los 27 dólares. «Es un riesgo muy posible, aunque es un poco pronto para apostar por ello», señala. Recuerda que los precios de los activos prueban más de una vez los niveles y que a largo plazo, el precio del crudo es bajista.
¿Qué pasa con las petroleras?
García-Capelo afirma que se mantendría al margen de las petroleras, dado que el potencial que puedan tener no compensa el riesgo que se asume con la inversión. Las compañías, afirma este experto, arrastran una herencia negativa del pasado en forma de deuda. Pero concede que a largo plazo sí puede ser una buena inversión, aunque sólo las empresas con mejores balances. También cree que pueden ofrecer alguna oportunidad para el 'trading'. Para Pingarrón, ahora sólo sería aconsejable tener posiciones pequeñas en la cartera y pensando en el largo plazo.
Ni siquiera las últimas subidas del precio del petróleo han mejorado mucho sus perspectivas. Según una nota de Fitch publicada el 19 de abril, los beneficios de las siete grandes compañías petroleras de la región EMEA (Europa, Oriente Medio y África) bajarán un 22 por ciento en 2016 (asumiendo un precio del barril en los 35 dólares) y la mayoría de las firmas integradas sufrirán un significativo deterioro en su situación crediticia, debido al más débil comportamiento de la actividad extractora. Pero comentan los expertos de Fitch que, como intentan realizar las calificaciones a lo largo del ciclo, están más enfocados a 2018, cuando esperan que el sector haya superado su punto más bajo y hayan ajustado sus perfiles operativos a un contexto de precios más exigente. Es coherente esta opinión con la recomendación de los analistas de apostar por el sector con vistas al largo plazo. Además, Fitch aporta alguna otra pista y algún nombre. Afirma que cuatro compañías (Shell, Total, OMV y Repsol) están en perspectiva negativa y su nivel de apalancamiento provoca que vayan a estar cerca de niveles que activen rebajas de calificación incluso en 2018. «El mantenimiento de los 'ratings' dependerá de que sean capaces de desarrollar con éxito los planes que actualmente asumimos o de que tenga lugar una recuperación de los precios del petróleo más fuerte de lo previsto», concluyen. Luis Padrón mantiene su recomendación de compra en Repsol: confía en que logre desapalancarse con un nivel de actividad razonable con medidas, además, que no van a tener impacto negativo en el rating y con una rentabilidad por dividendo atractiva. Según el consenso de analistas, tendría un potencial del 5 por ciento, hasta el precio objetivo medio de 11,45 euros por acción, aunque BBVA y Beka Finance acaban de valorarla tras la reunión de Doha en los 13 y los 13,60 euros, respectivamente.
Menos riesgo de rebaja de calificaciones observa Fitch en Eni, Royal Dutch Shell y la húngara MOL.
¿Reacción al crudo?
Para Lacalle, la cuestión más importante en las compañías petroleras no es el precio del crudo. Su problema, dice, es de errónea asignación de capital: se convirtió en un sector pro-cíclico, que comenzó a invertir mucho cuando los precios del petróleo estaban muy elevados, en lugar de al contrario. Pero, ¿reaccionan las acciones de las petroleras a mejoras del precio del crudo? La evidencia dice que sí. Porque Total, desde el 20 de enero en que el Brent tocó mínimos y comenzó a remontar, es el tercer valor más rentable del Eurostoxx 50, con una revalorización superior al 17 por ciento, mientras que Eni avanza un 12,42 por ciento. Repsol, por su parte, es el cuarto valor que más gana del Ibex-35, con una subida del 36 por ciento. Y Galp, el cuarto del PSI-20 de Lisboa, con una revalorización del 30 por ciento. En Londres, mientras Royal Dutch gana un 42 por ciento, BP se tiene que conformar con una recuperación del 10,60 por ciento. Ello conlleva el riesgo de que, si el petróleo se da la vuelta, las acciones de las empresas lo imiten. También de que, en muchos casos, hayan tocado ya su precio objetivo y se hayan quedado sin potencial.
Algunas de estas compañías, Total, Shell y BP partían como favoritas para Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, cuando comenzaba a subir el precio del crudo. De acuerdo con el consenso de analistas, Total aún tiene potencial de algo más de un 5 por ciento hasta su precio objetivo y, además, la mayoría de expertos (22 de un total de 37) aconsejan «comprar». Alrededor de un 5 por ciento tiene de potencial Royal Dutch y con la mayoría de expertos con consejo de «compra». BP está más justa de precio y la mayoría de analistas recomienda «mantener», bien es verdad que las cuatro últimas casas de análisis que han emitido su opinión sobre el valor (Société Générale, JP Morgan, Bernstein y Canaccord) han situado su precio objetivo por encima de los 400 peniques (ahora ronda los 362) y aconsejan «comprar».
Daniel Lacalle sigue prefiriendo el sector petrolero estadounidense sobre el europeo porque sus equipos gestores están más identificados con el accionista minorista y porque han sido más agresivos en su política de reducir negocios que no funcionan. Desde que el West Texas tocó mínimos el 11 de febrero, Chevron gana un 20 por ciento y Exxon, un 8,18 por ciento. Ambas ya cotizarían por encima del precio objetivo medio que le dan los analistas. Las favoritas para Deutsche Bank son Chevron, Occidental y ConocoPhilips.