¿Qué teme ahora Angela Merkel?
Angela Merkel nos ha vuelto a sorprender por su pasión, nada oculta, a bailar la "yenka". Como ya ha hecho[…]
Angela Merkel nos ha vuelto a sorprender por su pasión, nada oculta, a bailar la "yenka". Como ya ha hecho en varias ocasiones, tras dar un paso adelante y salir al paso de una incómoda situación en el mundo económico y financiero de la Unión Europea (UE) con sus propósitos y declaraciones, ha dado un paso atrás con algunas manifestaciones que han creado un mar de incertidumbres sobre la reunión que los jefes de estado y de Gobierno van a celebrar este fin de semana. En teoría, y según anunció el presidente francés, Nicolas Sarkozy tras su reciente encuentro con la canciller alemana, en dicha reunión se iban a adoptar una serie de decisiones para llevar a la reunión del G-20, que a la semana siguiente se celebrará en Cannes.
Por fin parecía que los responsables políticos de la Unión Europea iban a tomar las medidas por las que clamaba el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y Estados Unidos. Y las bolsas agradecieron esta actitud, aunque fuera tardía, con una subida superior al 6 por ciento en sólo una semana.
Sin embargo, y a medida que se acerca la fecha del encuentro de los jefes de Estado europeos, la cancillería alemana ha ido poniendo distancias y tratando de aguar los posibles resultados de tan esperada reunión. Lo hizo la propia Merkel en su discurso de la pasada semana ante la poderosa central sindical alemana, IG Metal; y continuó ayer con declaraciones del portavoz de la cancillería manifestando que no se debería esperar mucho de la reunión del fin de semana.¿Qué le pasa a la canciller Merkel?
A Angela Merkel no le pasa nada distinto de lo que le ha venido ocurriendo en el último año: sólo actúa y hace manifestaciones tendentes a quitar tensión en los mercados financieros europeos cuando estamos al borde del precipicio lo que suele coincidir con el hecho de que alguna entidad alemana se vea también en problemas.
Pero cuando la situación tiende a normalizarse, la canciller siente el enorme peso de la responsabilidad de salvar a Europa que es inversamente proporcional al crédito que tiene entre sus ciudadanos. Cuanto más líder se presenta para resolver los problemas de la Unión, menos apoyo tiene entre sus conciudadanos a los que enervan los reportajes de la prensa alemana sobre los dispendios en las cajas españolas, la falta de compromiso fiscal de los griegos y todo aquellos que los hace aparecer como los "paganini" de esta crisis.
Angela Merkel no tiene ningún interés en ser la salvadora de la Unión por mucho que sea también consciente de que Alemania es pieza más que fundamental en cualquier solución. Cree más bien en otra Unión Europea donde al compromiso político se llegue a través de los compromisos económicos aceptados. Niega y negará hasta el día antes del desastre el apoyo a los eurobonos , única fórmula con la que la deuda soberana recuperaría su crédito, e insiste en que son los países en dificultades los que tienen que hacer sus deberes ganando competitividad. Y para que a nadie se le olvide, unos días antes de cada reunión de líderes europeos lo recuerda, como una forma de pedir a estos dirigentes que vengan con los deberes hechos en lugar de esperar, ansiosos, las decisiones de la canciller.