"Queremos compañías cuyo destino esté fundamentalmente en sus manos"
Busca empresas que no dependan demasiado de la economía o de la regulación y ahora mismo sobrepondera los sectores salud, bienes de consumo y software.
Ben Ritchie tiene bajo su mando dos estrategias: una paneuropea y otra con acciones de la Europa continental, sin Reino Unido. Ante la complejidad económica y política, apuesta por compañías que pueden crecer en cualquier entorno y que son dueñas de su destino. Augura, de todas maneras, que la situación política seguirá complicada en los próximos años y, como hay problemas de fondo que seguirán sustentando a los populismos, anima a tener debates ambiciosos: «Puede haber argumentos a favor de una garantía de ingresos», afirma. Aunque también plantea, con algo de desencanto: «¿Veías El Ala Oeste?, ¿qué ha pasado con el presidente Bartlet?, ¿dónde se ha metido?, ¿qué ha pasado con los políticos y la política inteligentes para resolver los grandes problemas?».
Empecemos por el Brexit. ¿Cree que se va a resolver antes del 29 de marzo?
Estoy bastante seguro de que el Reino Unido no va a abandonar la UE sin acuerdo. O bien hay un acuerdo y se aprueba en el Parlamento, o bien se extiende el artículo 50. La probabilidad de que no haya acuerdo es de sólo un 5 o un 10 por ciento. Nuestro equipo de estrategia piensa que existe una probabilidad del 60 por ciento de que el acuerdo de Theresa May se apruebe. Hace cuatro semanas pensaba que era un número muy alto, ahora pienso que es bastante apropiado.
¿Qué sucederá en los mercados?
Probablemente veamos un fortalecimiento de la libra, un rally en las acciones domésticas y una pequeña caída de las compañías globales. Creo que ayudará al sentimiento general del mercado. Pero si los inversores piensan que después del 31 de marzo los problemas políticos de Europa se van a resolver, cometen un gran error. El Brexit es más un síntoma que un problema: si observamos las democracias de Occidente, el nivel de vida de la gente no ha mejorado desde 2008 o 2009; sus ingresos han estado congelados. En Europa el paro es aún elevado e incluso en países donde ha caído, como EE.UU. o el Reino Unido, los salarios no han crecido. Por eso hay descontento e incertidumbre. Ello alimenta a gobiernos y partidos populistas. Es un fenómeno que afecta a países relativamente prósperos, como Suecia o Alemania, y a otros con más problemas, como Italia o España. El riesgo político va a seguir siendo parte del paisaje: el Movimiento Cinco Estrellas, Nigel Farage, Trump... no se van a ir. Tenemos que asumir este escenario en nuestra estrategia de inversión. El populismo va a ser una característica de la discusión política durante la próxima década.
¿Cómo gestiona el riesgo político?, ¿qué compañías hay que evitar?
Vivimos tiempos difíciles, Europa es un mercado particularmente complejo y el riesgo político es un factor sobre el que hay que pensar. Éste no se puede eliminar completamente de la cartera, pero sí nos fijamos en factores de las empresas y sus negocios para reducirlo en lo posible. Esencialmente, queremos compañías cuyo destino esté en sus manos, que no dependan demasiado de la economía, de la regulación o de cosas que no puedan controlar. Nos gustan las empresas dirigidas por tendencias estructurales, no cíclicas. A partir de ahí, buscamos modelos de negocio fuertes, industrias atractivas, balances sólidos, buena gestión, buena gobernanza, preocupación por el medio ambiente y por los riesgos sociales. Una de las grandes transformaciones de nuestro tiempo es la importancia de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Nosotros no decimos que nuestras carteras son éticas, pero, como inversores, sí vemos que son cuestiones cuya importancia crece exponencialmente. Y ello por tres razones: a los clientes de las compañías les importan estas cosas; a nuestros inversores, también; y, en tercer lugar, el impacto de la regulación, la política y la ley cada vez es mayor. Cuando las empresas hacen las cosas mal o cuando les suceden cosas malas, las consecuencias en el mercado son mucho mayores que antes. Por ello, cuando hablamos de cubrir el riesgo político en la cartera, necesitamos entender todos los riesgos que las empresas enfrentan, incluidos los ligados a la ESG, además de los puramente políticos o económicos.
Hablando de riesgos económicos, ahora Europa se desacelera. ¿Cómo afecta a la gestión de sus fondos?
Somos inversores de largo plazo y las compañías que nos gustan ahora son las mismas que nos gustaban hace dos meses, cuando la economía estaba un poco mejor. No rotamos mucho, porque tenemos empresas que lo hacen bien en cualquier tipo de entorno. Ahora estamos muy sobreponderados en tres sectores: salud, bienes de consumo y software. El sector salud no se fundamenta en la situación de la economía, sino en la demografía y en la tecnología. En esta industria no tenemos las típicas compañías, como Roche o Novartis, sino Novo Nordisk, que lidera los tratamientos contra la diabetes, una crisis sanitaria que tiene su base en un estilo de vida que no va a cambiar porque la economía acelere o se desacelere. También tenemos Amplifon, italiana y muy global, que vende audífonos y que se fundamenta en el envejecimiento de la población. En bienes de consumo, un sector que nos gusta porque encontramos altos crecimientos y márgenes, además de exposición a la economía global y no a la europea, destacamos Heineken o Pernod Ricard. En cuanto al software, el 'driver' que subyace es la digitalización de la economía global, que no va a cambiar por lo que haga el PIB. Un ejemplo en este sector es Amadeus. Además, estamos en Edenred, una empresa que es capaz de crear un ecosistema entre el distribuidor, el empleado y el empleador y que se beneficia de la tendencia hacia una sociedad sin efectivo. Por estas posiciones, no estamos muy preocupados por la evolución de los PMI europeos. Éstos pueden afectar a la evolución de nuestras carteras, pero éstas son muy globales en cuanto a ingresos y están expuestas a negocios poco cíclicos.
¿No tiene industriales alemanas?
Tenemos una fuerte posición en industriales, con ejemplos como Kone, que fabrica ascensores, o BAT. Pero no me siento atraído por algunos de los sectores representados en Alemania y, por ejemplo, no tenemos exposición a los fabricantes de automóviles. Allí nuestras principales posiciones están en el sector financiero, con Deutsche Boerse o Hannover Re, así como en la tecnológica Nemekschek.
¿Qué opina del sector bancario?
Éste es un momento duro para los bancos: los tipos son muy bajos y no van a subir pronto, sufren presiones regulatorias, de capital, de costes y de competencia. No tenemos ninguno en nuestro fondo paneuropeo y sólo uno en el producto europeo ex-UK: Julius Baer, que es más un gestor de patrimonios que un banco comercial. Los bancos ahora son más estables que hace tres o cuatro años, pero no son lo suficientemente capaces de generar beneficios. Muchos bancos no cumplen con nuestro requisito de estar preparados para crecer en el largo plazo. Pero puede haber opciones interesantes, como Fineco, en Italia, o Bankinter, en España.
¿Qué opina del mercado español?
En España nos gusta Amadeus, que es una de las principales posiciones de nuestro fondo. Y hay otras empresas que seguimos, como Inditex, Bankinter y Grifols. Ello no refleja nuestra visión sobre España, sino sólo sobre las empresas en las que vemos crecimiento a largo plazo. Italia es un buen ejemplo de ello: puedes ser agnóstico respecto a su situación macro o política, pero es un mercado que tenemos sobreponderado, con tres compañías que nos gustan mucho: Amplifon, Brunello Cucinelli y Campari.