Renta fija y emergentes, las primeras víctimas de Trump
El mercado de deuda a nivel mundial, con especial énfasis en el universo emergente, ha encontrado en el resultado electoral americano una excusa más o menos justificada para registrar una importante corrección. Los analistas y los gestores aconsejan mantener la prudencia.
Una de las consecuencias más palpables en los mercados de la victoria de Donald Trump se ha observado en el mercado de deuda. Los intereses de los bonos se han disparado. El rendimiento de los títulos americanos a diez años, desde niveles que rondaban el 1,80 por ciento hasta superar el 2,30 por ciento. El de los alemanes, desde el 0,15 hasta el 0,32 por ciento. El de los españoles, desde el 1,25 hasta el 1,60 por ciento. Y el de los italianos, del 1,70 hasta cerca del 2,10 por ciento. Detrás de este incremento, fuertes ventas de deuda pública. ¿A qué obedecen? Según Javier Ferrer, de Ahorro Corporación, la victoria de Trump ha provocado como respuesta inmediata una fuerte subida de los intereses de los bonos americanos que se ha contagiado al resto de mercados.
El incremento de los rendimientos de la deuda americana se debe, según este experto, a la expectativa de que Estados Unidos, debido a los planes de expansión fiscal que propone Donald Trump tanto con recortes de impuestos como con aumento del gasto, tenga que realizar más emisiones de deuda en el futuro, a las que, por tanto, la comunidad inversora exigirá mayores rendimientos. Además, esa inyección de dinero en la economía podría derivar en una inflación más alta y quizás, implicar un mayor ritmo de crecimiento, lo que podría llevar consigo una política monetaria de la Reserva Federal más restrictiva de la que en principio se esperaba, tal y como apunta Félix López, de Atl Capital. Tampoco hay que pasar por alto la posibilidad de que se desaten tensiones entre Estados Unidos y China por la política comercial proteccionista del nuevo presidente Trump y el gigante asiático amenace con la venta de parte de la ingente cantidad de bonos americanos que tiene en cartera. O, como mínimo, como apunta Ken Taubes, de Pioneer, con menores compras de sus nuevas emisiones de deuda.
Sin superar máximos del año
Pero es posible que, como apunta Félix López, éstas sólo sean excusas para explicar el proceso de normalización en unos intereses de la deuda que estaban (y continúan) en niveles extremadamente bajos. Así, el incremento sólo ha devuelto a las tires a niveles de principios de año y, en muchos casos, ni siquiera. Por eso, ese proceso de incremento de tipos puede que no haya terminado, teniendo en cuenta que, según López, en condiciones normales los intereses de los bonos americanos deberían estar entre el 3 y el 3,5 por ciento y los de los alemanes, entre el 1,5 y el 2 por ciento. Pero puede que, en su opinión, el bono alemán se frene en el 1 por ciento. Quizás porque este movimiento que estamos observando no es aún, según López, el de trasvase de la deuda a la bolsa y sólo sean ventas de la primera, pero sin entrar a la segunda. Pablo González, de Ábaco Capital, comenta que a corto plazo, la subida de los tipos de los bonos va a parar, pero a un plazo de 18 o 24 meses seguirá al alza, sobre todo si hay de verdad más gasto público en EE.UU., que el objetivo de crecimiento aumenta y si la recuperación de la inflación se asienta.
La deuda está peligrosa y si bien para Ferrer el 1,5 por ciento del bono español sería atractivo, con esta incertidumbre desaconseja comprar. González recomienda prudencia, y en todos los activos de renta fija, puesto que todos se están viendo afectados, también la renta fija corporativa y el 'high yield', aunque ahora tiene en cartera corporativos, pero sin duración, y apunta la oportunidad que puede surgir en la curva americana.
La prudencia debe mandar porque los planes de Trump aún están por definir, aprobar y ejecutar y no está claro que salgan adelante, puesto que para los republicanos el gasto público es un anatema y en algún momento, como el martes, 15 de noviembre, vimos compras de bonos provocadas por las dudas que existen en el mercado de que el presidente electo se salga con la suya. Además, a menor plazo, hay dos citas muy importantes: primero, el día 4 en Italia y su referéndum constitucional; a continuación, el día 8, con el BCE, y también impactarán en el mercado.
Javier Ferrer cree que el mercado está especialmente preocupado por Italia y cree que si los italianos votan mayoritariamente «sí» a la reforma constitucional, tal y como quiere el Gobierno de Matteo Renzi, se puede producir una reversión en el mercado de deuda europeo, es decir, puede volver a haber compras de bonos y rebajas en las rentabilidades. Pero si sale «no», luego cae el Ejecutivo italiano y hay nuevas elecciones, podemos ver nuevos incrementos en los tipos de la deuda, sobre todo de la periferia. La prima de riesgo de Italia ya ha sufrido mucho (se encuentra en los 180 puntos básicos en el momento de escribir estas líneas, frente a los 120 de la española).
El BCE podría ayudar a esa reversión de la deuda si decide una prórroga a las compras de activos más allá de marzo. González sí espera que Draghi comunique la prórroga y también Ferrer, ante la debilidad de la inflación europea y el raquítico crecimiento.
Los emergentes sufren más
La subida de la rentabilidad del bono americano y la apreciación del dólar están poniéndoselo muy difícil a los emergentes. «Los mercados latinoamericanos van a seguir sufriendo porque para ellos el bono de referencia es el estadounidense. Muchos de ellos están inmersos en planes importantes de inversión y van a necesitar mucha financiación», comenta Ferrer. Ello, en un entorno de costes del crédito al alza, y de crecimiento del volumen de la deuda, aunque sólo sea por el efecto divisa, puesto que en gran medida, está emitida en dólares. Y ello en un entorno en que la deuda de los países desarrollados gana en atractivo, lo que hace pensar en un trasvase de dinero desde el mundo emergente al desarrollado, al igual que Chris Iggo, de AXA IM, anticipa un vuelo de la deuda privada y de alto rendimiento a la pública.
Según López, los emergentes lo van a seguir haciendo peor que el resto de mercados. Por eso, en opinión de Ferrer, aún son menos recomendables las aparentes oportunidades que afloren. Y Rose Marie Boudeguer, de Banca March, coincide en que no hay que tener prisa por volver a este mercado. Aunque quizás dependa de la aversión al riesgo de cada cual, puesto que González cree que sí puede comenzarse a mirar la deuda en moneda local, aunque no en dólares, que sufrirá más.
Pero no todos los mercados emergentes son iguales. Boudeguer cree que hay que tener en cuenta varios criterios. En primer lugar, si los países exportan bienes manufacturados o materias primas, puesto que los segundos podrían hacerlo mejor que los primeros. Así, mientras México y Asia pueden comportarse peor, los exportadores de materias primas latinoamericanos pueden verse favorecidos si el gasto en infraestructuras y el mayor crecimiento resulta en el final del ciclo bajista de las 'commodities'. En segundo lugar, hay que observar la estructura financiera de los países, puesto que los que dependen más del capital extranjero pueden ser más vulnerables. En tercer lugar, hay que ver qué países dependen más de EE.UU. y por ejemplo Polonia, la República Checa o Sudáfrica tienen menos relación con la primera economía del mundo aunque tengan otros problemas.
Desde M&G comentan que hay varios países con economías cerradas, como la India y Brasil, que tienen un nivel menor de lazos comerciales con EE.UU. y podrían verse menos afectados. Los países de Europa oriental, mientras, dependen más de Europa que de EE.UU., y Rusia, además, podría beneficiarse de la victoria de Trump si resulta en una relajación de las sanciones. Pero hay economías que pueden sufrir más: según Rahul Chadha, de Mirae Asset, las asiáticas más orientadas al exterior, como Taiwan, Corea y el sector exportador chino pueden mostrarse más vulnerables. Por eso, las carteras de Mirae Asset están más expuestas a las economías y empresas más orientadas a lo doméstico.