Se cumplen 30 años del 'Black Monday': ¿Qué hemos aprendido?

. El 19 de octubre de 1987, una crisis que empezó en Hong Kong se extendió por los mercados europeos y, después, a Estados Unidos. La caída del mercado estadounidense, del 23%, supuso la mayor caída en un día de la historia del Dow Jones Industrial Average. Fue el doble que cualquier caída diaria durante la crisis de 1929, y superó con creces las caídas que se vivieron durante la crisis financiera global de 2008. 

Las crisis globales en mercados de acciones no llevan inevitablemente a una recesión, pero deberían enseñarnos lecciones importantes. El 19 de octubre de 1987, una crisis que empezó en Hong Kong se extendió por los mercados europeos y, después, a Estados Unidos. Las acciones de Hong Kong cayeron cerca de un 11%, hasta el punto de que se cerró el mercado durante lo que quedaba de semana para tranquilizar los nervios de los inversores. Esto no funcionó: cuando volvió a abrir al lunes siguiente, las acciones cayeron otro 33%. En Reino Unido, el FTSE 100 cayó cerca de un 11% el 19 de octubre y otro 12% al día siguiente, mientras que otros mercados de acciones europeos sufrieron caídas similares. La caída del mercado estadounidense, del 23%, supuso la mayor caída en un día de la historia del Dow Jones Industrial Average. Fue el doble que cualquier caída diaria durante la crisis de 1929, y superó con creces las caídas que se vivieron durante la crisis financiera global de 2008. 

El Black Monday fue también la primera crisis global contemporánea, guiada por el pánico a través de los mercados mundiales de acciones. Acercó la idea de lo entrelazados que se estaban volviendo los mercados mundiales, en un momento en el que la globalización era un concepto mucho menos familiar de lo que es hoy en día. La crisis de 1987 fue también la primera en abarcar el extenso uso de derivados financieros y la primera en implicar a fondos de pensiones y a grandes inversores institucionales, en relación a los recién llegados en ese momento a los mercados de renta variable. También fue la primera crisis que se amplificó por la creciente confianza en los ordenadores. 

Algo significativo, quizás, es que los acontecimientos del Black Monday levantaron temores sobre que se repitiera la crisis de 1929 y la depresión económica que la siguió. Pero ambos temores se demostraron infundados. Los mercados de renta variable recuperaron rápidamente su compostura. En dos sesiones más, los mercados de Estados Unidos habían recuperado la mitad de las pérdidas del Black Monday. En Reino Unido, el FTSE 100 todavía terminó el año por encima de donde lo empezó. Mientras que la economía mundial se expandió un respetable 3,5% en 1987, aumentando hasta el 4,2% en 1988. Estados Unidos creció a un ritmo similar, evitando prácticamente la recesión hasta el estallido de las punto.com que terminó en una crisis a principios de los 90'. 

Incluso 30 años después, se siguen cuestionando las causas reales del Black Monday. Desempeñaron un papel importante factores como la globalización, la computarización y el aumento de la complejidad de los instrumentos financieros. Los defectos estructurales de los mercados también tuvieron su culpa. Por ejemplo, los "interruptores" que permiten a las bolsas detener temporalmente la negociación ante grandes volúmenes de ventas y caídas destacadas del mercado, solo se introdujeron tras la experiencia del Black Monday. También influyeron factores idiosincráticos. En Reino Unido, por ejemplo, una fuerte tormenta el viernes anterior impidió a muchos traders acudir al trabajo. Habiendo pasado el fin de semana preocupados sobre sus posiciones de negociación abiertas tras las caídas de Wall Street, estaban todos muy ansiosos por vender cuando los mercados reabrieran el 19 de octubre. 

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Pero si los factores detrás de la venta masiva global son sujeto de debate, el desencadenante para la posterior recuperación parece claro. El 20 de octubre, el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, afirmó "la disposición de la Fed para servir como fuente de liquidez para apoyar al sistema económico y financiero". Fuera de escena, la Fed también alentó a los bancos a seguir prestando en los términos anteriores a la crisis, previniendo una restricción de la liquidez y ayudando a reforzar la confianza económica y de los inversores. La respuesta de la Fed al Black Monday sentó de esta forma un precedente para el uso de liquidez para contener crisis financieras durante décadas posteriores. 

Así que, ¿qué lecciones aprendimos del Black Monday? Sabemos que los mercados de activos son potencialmente vulnerables a fuertes correcciones cuando, como ahora, las valoraciones parecen elevadas. Pero el Black Monday nos enseñó que estas correcciones pueden aparecer sin un "acontecimiento desencadenante" claro. Además, los acontecimientos de hace 30 años sugieren que los mercados pueden ser particularmente vulnerables cuando, como ahora, hay una transición en lo alto. Antes del Black Monday, los inversores no tenían certezas sobre las nuevas preferencias políticas de la presidencia de la Fed. Posteriormente, asumieron la visión de que la Fed y el presidente Greenspan acudirían mucho más en su rescate. Finalmente, el Black Monday demostró que la intervención política puede tener éxito a la hora de prevenir que una crisis en el mercado de acciones se convierta en una crisis económica. Sin embargo, en la medida en que la actuación de la Fed fomentó la complacencia y negligencia en la evaluación de riesgos, el éxito a la hora de limitar el impacto del Black Monday presumiblemente se pagó con la crisis financiera de 2008.

Lucy O'Carroll, economista jefe de Aberdeen Standard Investments.

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