Tras la primavera de la economía, ¿llegará el verano?

Los indicios de estabilización de la economía mundial han aumentado en las últimas semanas. Tras una larga fase de debilidad, los indicadores[…]

Los indicios de estabilización de la economía mundial han aumentado en las últimas semanas. Tras una larga fase de debilidad, los indicadores económicos globales mejoraron en abril, por primera vez en los últimos once meses, gracias a los mejores datos de EE. UU. y China. Esta evolución se prolongó parcialmente en mayo, aunque no de forma continuada ni homogénea en todas las regiones.

Se observa que algunos sectores cíclicos, como las manufacturas y el comercio internacional, siguen tocando fondo, mientras que han mejorado los datos económicos de la zona del euro, Japón y el Reino Unido. En un contexto de estímulos monetarios y fiscales reforzados, podría producirse en el verano una recuperación de la situación macroeconómica, por lo menos con carácter temporal. 

Aunque esta mejoría temporal no bastaría por sí sola para revertir el escenario de ciclo tardío hacia un panorama de crecimiento, sí que podría apaciguar los temores de recesión que se perciben reiteradamente en los mercados de capitales. El destino del ciclo económico actual se decidirá en 2020. Es posible que las autoridades monetarias y fiscales logren un «aterrizaje suave» que siente las bases de una nueva recuperación, pero también podría llegarse a un contexto recesivo con un posible «aterrizaje brusco» de la economía. Por lo tanto, no hay nada definitivo a este respecto. 

Lo que está claro es que cuantos menos riesgos geopolíticos, mejor. Estos no solo incrementan las primas de riesgo en los mercados financieros y son una fuente de continuos altibajos en la economía, sino que dificultan la
planificación de las empresas a largo plazo y, con ello, las inversiones del sector privado. Con una rápida constitución de la mayoría en el Parlamento Europeo, avances constructivos en lo que se refiere al Brexit y señales de
distensión en la guerra económica entre EE. UU. y China, tendríamos algo más que tan solo una tibia brisa primaveral.

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Esperemos que tras la primavera de la economía, llegue el verano.

Conclusión decisiva: Hans-Jörg Naumer

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