El petróleo sí encuentra su vacuna contra el coronavirus
El recorte de la producción de petróleo se convierte en la mejor vacuna para controlar la volatilidad del crudo derivada del coronavirus
El barril de petróleo tipo Brent, referencia para Europa, cayó más de un 10% en enero y continúa tocado en febrero: cae más de un 6%. Inició el año cerca de los 69 dólares y ahora se sostiene en los 55.
Lo mismo ocurre para el barril de West Texas, Estados Unidos, que se dejó más de un 15% en el primer del año y cede cerca del 3% en febrero, con un inicio de curso en los 61 dólares por barril y ahora intenta no perder los 50.
Ante la fuerte depresión de esta materia prima, por culpa del coronavirus, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) considera que la mejor opción es extender el acuerdo actual de reducción de suministro de crudo, termina marzo, hasta finales de año.
Esto supondría continuar con la reducción del nivel de producción colectiva a 1,2 millones de barriles día. De este modo, creen que se frenará el impacto del coronavirus en la demanda de petróleo y, por tanto, en su cotización.
Aunque lo fundamental es transmitir calma al mercado y reducir la incertidumbre. Por ello, distintos miembros de la OPEP han insistido en descartar la celebración de una reunión extraordinaria que pudiese desatar el miedo inversor.
La OPEP no cesa de lanzar mensajes para calmar a los inversores
Así, la siguiente reunión será en marzo, fecha que coincide con la extensión inicial del acuerdo de diciembre.
En dicho encuentro se propondrá que los recortes continúen, pero desde los 1,2 millones de barriles día a los 600.000.
Incluso se especuló con un recorte de hasta un 1 millón de barriles día, a petición de Arabia Saudí, pero esta opción parece descartada.
Lo que busca la OPEP con este recorte adicional y extendido en el tiempo es evitar un exceso de oferta y una mayor caída de los precios.
Finanzas.com entiende que el mercado ha descontado el escenario más negativo para el petróleo y que la posible vacuna y tramiento anunciada la semana pasada ayuda a la estabilización del mercado.
El crudo cerró el año con un fuerte impulso alcista por la guerra comercial, el recorte de producción y la relajación de las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos e Irán.
Si ahora la OPEP cierra aún más el grifo, la cotización tiene que recogerlo.
Con el Brent estabilizándose en los 55 dólares y el West Texas en los 50, estos recortes podrían dar una oportunidad de compra a unos precios bajos que no se esperaban en el inicio de curso, por lo que se descartarían mayores caídas.
Además, la crisis del SRAS demostró que la demanda del petróleo se aceleró, por limitaciones logísticas, desde que sostuvo y frenó el virus.
Voces disonantes
El bloque no está unido por completo. Rusia, que no es miembro de la OPEP pero sí aliado junto con otros nueve productores independientes, ya ha comunicado que no apoya esta tesis.
Y es que Moscú espera a ver cómo evoluciona la cotización y demanda de crudo para, si lo considera oportuno, tomar una decisión sobre producción en solitario.