Patrimonia: 3 empresarios emblemáticos y un futuro peligroso de impuestos
La primera sesión de Patrimonia analiza el presente y el futuro de la empresa familiar y su necesidad de transformarse para perdurar
La crisis económica derivada de la pandemia es una de las más duras que han afrontado las empresas familiares. Para superarla cuentan con dos grandes aliados: su capacidad de resiliencia y el deseo de traspasar su legado.
Ambas cualidades han hecho que muchas de ellas vean en la crisis una oportunidad para reinventarse y generar nuevos proyectos para salir adelante y crecer.
Esta es una de las conclusiones del foro Patrimonia, organizado por la revista INVERSIÓN en colaboración con Andbank, que ha reunido a empresarios familiares y a gestores patrimoniales para debatir el presente y el futuro de la empresa familiar, los riesgos a los que se enfrenta y su necesidad de transformación para continuar siendo uno de los principales motores de generación de riqueza del país.
Proteger el legado
La primera mesa de debate, titulada ‘Una visión estratégica sobre la empresa familiar’, contó con la participación de Josep Lluis Bonet, presidente honorífico de Freixenet; Manuel Gancedo, director general Gancedo, y David Martínez, consejero delegado Grupo Forletter, que fueron moderados por Ismael García Villarejo, director de publicaciones Grupo ED.
Los tres ponentes analizaron cómo la crisis originada por la pandemia y la falta de demanda a nivel global han afectado a las empresas familiares.
«Hemos sufrido, pero no tanto como otras compañías porque contamos con una gran ventaja: nuestra visión del negocio a largo plazo. Queremos conservar nuestro legado y llevarlo a las siguientes generaciones y esto hace que en momentos de crisis tomemos decisiones más estables y menos viscerales», afirma David Martínez.
La necesidad de reinventarse
Mantener ese legado requiere sobrevivir a las crisis y una forma de hacerlo es «reinventarse», señala Manuel Gancedo, y pone un ejemplo: «Jamás pensamos que íbamos a poner en el mercado telas que evitaran la transmisión de virus y de bacterias, pero durante la pandemia pusimos nuestro departamento de I+D a trabajar y desarrollamos la marca Bioblock».
Un aspecto positivo de las crisis es que fortalecen a las empresas que consiguen superarlas. Ya ocurrió en la de 2008 cuando la crisis impulsó su internacionalización, recuerda Josep Lluis Bonet, para quien «si aquella crisis fomentó la exportación, esta ha potenciado la transformación».
Cuestión de tamaño
Reinventarse requiere tamaño, lo que sigue siendo la asignatura pendiente de la empresa familiar y les dificulta competir en mercados internacionales.
Una forma de crecer es integrando nuevos socios no familiares, algo que David Martínez ya está viendo en su sector, el de las artes gráficas, en el que están entrando grandes fondos. «Este interés antes se miraba con recelo, pero en los últimos seis meses es increíble la cantidad de negociaciones que se están cerrando», señala.
No todos los empresarios están dispuestos a abrir las puertas de su empresa a socios externos para ganar dimensión. Martínez lo achaca al «ego que les impide compartir la dirección de una compañía».
No obstante, advierte que otros se han dado cuenta de que es mejor perder una parte de poder a cambio de dar continuidad a sus empresas y se esfuerzan en ello.
Ayudas para la supervivencia
No siempre el esfuerzo conlleva el éxito si no se cuenta con la ayuda necesaria, por ello Bonet reconoce que tanto la UE como la administración española «han hecho los deberes» y han ayudado a las empresas a pasar los peores momentos de la crisis.
Argumenta que los erte y los avales ICO han colaborado en ello. Reconoce que también se han cometido errores como no conceder las moratorias fiscales demandadas o el retraso en la llegada de las ayudas directas.
David Martínez cree que la financiación ha facilitado la creación de nuevos proyectos que darán futuro a estas empresas. Para ello, los empresarios consideran vital la cooperación público-privada.
«La Administración está al servicio de las personas y de las empresas y la política tiene que ser coherente con esto, porque las empresas son el motor del país y si no hay empresas no hay empleo y nada funciona», asegura Bonet.
El riesgo de subir los impuestos
La principal demanda de estos empresarios al Gobierno es que no incremente los impuestos, en concreto los de sucesiones, donaciones y patrimonio, ya que ello podría cercenar el futuro de muchas empresas familiares de segunda y tercera generación. «En estos momentos el aumento de la fiscalidad es nuestra mayor amenaza”, advierte David Martínez.
También Manuel Gancedo piensa que si un gravamen es desorbitado las empresas no podrán hacerlo frente y venderán, lo que «tendrá consecuencias muy negativas a largo plazo para el empleo y para el país».