Promesas verdes vacías y cómo acabar con ellas
Las instituciones piden a los inversores que fomenten la estrategia del ‘engagement’ para lograr un cambio real ante promesas vacías contra el calentamiento global
Los asistentes a la segunda mesa del Foro Social Investor, en la que estaban representados distintos lobbys del sector, arrancaron su intervención con un balance sobre lo ocurrido en la cumbre COP26 de Glasgow. En ese sentido, se situaron a medio camino entre los optimistas y los pesimistas.
Antonio Santoro, head of Southern Europe de PRI, valoró positivamente el hecho de que el objetivo de calentamiento global se haya mantenido en los 1,5 grados, en lugar de incrementarse hasta los dos grados.
Asimismo, destacó el compromiso de reforestación y el impulso de la concienciación hacia una transición ecológica «justa», en la que las economías más desfavorecidas no salgan perjudicadas.
Andrea González González, subdirectora de Spainsif, también hizo un balance de «luces y sombras» respecto a la COP26.
En su caso, destacó la implicación del sector financiero en la lucha contra el cambio climático y puso el ejemplo de las aseguradoras, que van a incluir criterios de resiliencia al cambio climático en las primas, y el impulso a los mecanismos de financiación público-privada de proyectos de transición energética.
Por su parte, José Lazuen, especialista en estrategia de descarbonización en IIGCC, consideró muy positivo que, pese a las reticencias de China e India, la COP26 haya sentenciado la muerte del carbón, lo que «va a acelerar el cambio» hacia la descarbonización de la economía.
Asimismo, destacó que la cumbre ha servido para dejar claro que la lucha contra el cambio climático es un objetivo compartido por la sociedad global: «Esto es imparable. La dirección de viaje ya está clara independientemente de (los obstáculos que puedan poner) China o la India».
Promesas grandilocuentes
Si bien, eso no quiere decir que los asistentes no fueran escépticos con ciertos anuncios realizados durante la cumbre. De este modo, Lazuen se quejó de la «grandilocuencia» de algunos compromisos de descarbonización, que luego no son seguidos por acciones concretas encaminadas a alcanzarlos. Hablar de descarbonización en 2050 es relativamente fácil, dijo, pero luego hay que especificar cómo se va a lograr ese objetivo.
En ese sentido, González destacó el papel de los inversores para presionar a las empresas a través de la estrategia del ‘engagement’, una de las más eficaces para lograr cambios reales, a su juicio.
En concreto, el ‘engagement’ es una modalidad que busca establecer un diálogo entre los accionistas y las empresas para incrementar el compromiso de estas en la lucha contra el cambio climático y otras áreas de la inversión socialmente responsable.
«El ‘engagement’ es una estrategia mucho más sofisticada (que el resto). Para sectores que necesitan una descarbonización mayor, la recomendación es hacer ‘engagement’ a 3-4 años. En España, es la cuarta o quinta estrategia más utilizada; vamos por detrás de nuestros vecinos. Yo espero que en España despegue más y que sea la estrategia más compleja utilizada en la gestión activa», dijo González.
En la misma dirección a favor de incrementar el ‘engagement’ con las empresas se pronunciaron también sus compañeros de mesa.
«Tener una relación con la corporación te ayuda a obtener resultados más rápidamente. Shell estableció su target net cero no porque lo decidió por su cuenta, sino porque hay inversores que se relacionan desde hace años con la petrolera. El ‘engagement’ no es una moda, es muy útil», apuntó Santoro.
El 'engagement' en el sector público
«El impacto del ‘engagement’ es que sienta precedente. Es un efecto dominó. En el momento en que una empresa se compromete, es difícil convencer a los inversores de que otra empresa no lo puede hacer», añadió Lazuen.
El diálogo con el sector público
En relación con esto, los presentes abogaron asimismo por extender esta estrategia del ‘engagement’ al sector público, dado que también es un actor relevante en el mundo de la inversión (en concreto, como emisor de deuda pública). «A la hora de evaluar el riesgo crediticio de los bonos soberanos, la trayectoria o enfoque ESG es fundamental y los inversores deben tenerlo en cuenta», afirmó González.
Santoro explicó que no se trata de un tema fácil, pues puede ser considerado como una intromisión del sector privado en la soberanía popular, pero Lazuen recordó que «las empresas llevan haciendo ‘lobby’ a los gobiernos toda la vida». En este caso, además, es «fundamental» porque los gobiernos son «grandes generadores de emisiones».