Ya no hay tabúes en Europa

Con estos titulares nos fuimos ayer a casa. Y ahora debemos analizarlos con calma. Ayer el Partido de la Canciller alemán le pidió que estableciera reglas en Europa que puedan permitir salir voluntariamente del euro, sin que ello signifique dejar la EU. Partiendo de que la entrada en el euro fue irrevocable no existen en este momento mecanismos que permitan a un país abandonarlo.

Pero, es evidente, los países son (siguen siendo) soberanos. Probablemente con una consulta popular y cambiando su constitución podrían abandonar el euro. Pero sí parece existir una cierta laguna legal en la pertenencia al EU: un país sí puede abandonar la Unión Europea (artículo 50 del Tratado) de esta forma, sin estar en la EU podría dejar de participar en el EUR. Ayer, la CDU pidió cambiar el principio de irrevocabilidad para que la pertenencia en el EUR no condicione mantenerse en la EU.

Naturalmente, al valorar todo esto inmediatamente pensamos en Grecia. Tras una semana de deliberaciones y nombrado Papademos como Primer Ministro, ahora sabemos que no contará con el apoyo del Partido de Nueva Democracia. Al mismo tiempo que concreta que las elecciones serán en los primeros meses de 2012. Un gobierno técnico y de transición. Seguro que no era lo que esperábamos todos. Ayer el ya Primer Ministro mandó cuatro mensajes claros a los políticos: 1. Grecia precisa implementar un nuevo programa de ajuste; 2. pese a los progresos contenidos, el País sigue en la encrucijada; 3. la tarea del nuevo gobierno es demasiado grande para su duración; 4. se retomarán de forma inmediata las conversaciones con la Troika y se anunciarán las condiciones del canje de deuda. Veremos.

¿Cómo sería la vuelta de un país del euro a una moneda nacional? Devaluación y redenominación de todos los activos financieros de residentes (activo y pasivo de los bancos, incluidas las relaciones con el banco central).  Naturalmente, no se podría cambiar a la moneda nacional las posiciones con no residentes salvo quita. El proceso exigiría un estricto control de capitales. Las consecuencias durante un tiempo (por determinar) abarcarían desde el cierre de las financiación exterior, deterioro de las relaciones comerciales, fuerte subida de los precios internos. No es un escenario agradable. Pero, lo cierto, es que las opciones abiertas tampoco lo son. Sólo resta optar por la del menor coste posible.

Igual de inquietante sería el efecto de la salida de un país del euro. Ya no es sólo el efecto contagio y desconfianza sobre el resto de los países ahora cuestionados. Además, se debe considerar también el coste en términos de tensiones en los mercados de financiación como también el impacto negativo en el balance de las entidades financieras del impago del país que ha dejado la moneda única.

Ayer mismo escuchábamos al segundo del Ministerio de finanzas alemán considerar la quita de Grecia como un caso excepcional, no extrapolable a los problemas que puedan sufrir otros países de la zona. También pidió reforzar a los mercados financieros y convertir en más transparentes las decisiones de valoración por parte de las agencias de rating.

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