Bitcoin. Ninguna sorpresa en la evolución del nuevo oro del siglo XXI
Los días de indiferencia quedaron atrás . El bitcoin consolida su posición como clase de activo
El bitcoin es apenas un adolescente. Fue creado hace 12 años como un nuevo tipo de sistema de pago electrónico, construido sobre una red informática basada en Internet que ninguna persona, empresa o gobierno podía controlar.
Descentralizado, accesible y más o menos sencillo, es lo suficientemente brillante como para no necesitar el respaldo de gobiernos, reguladores y otros "expertos" financieros.
No sólo ha sobrevivido a las crisis internas y externas, sino que ha conseguido crecer. En poco más de una década, ha logrado un sinfín de hitos: desde una descentralización aún mayor, hasta su filosofía de autorrefuerzo. Por no hablar de la tecnología detrás de esa moneda como el talento y capital humano que la rodea.
El bitcoin atrae cada vez más atención
En 2021, el bitcoin está disfrutando de una atención total desde todos los rincones del planeta. A principios de año, sus precios alcanzaron máximos históricos por encima de los 40.000 dólares, menos de un mes después de haber superado los 20.000 dólares por primera vez en su historia.
Es un hecho muy tentador para los novatos, los profesionales del trading y los inversores institucionales por igual.
Este repunte tiene muchos ojos ansiosos observando, atrayendo cada vez más conversaciones y generando debates en redes sociales como Twitter. Este mayor interés está fomentando que la gente comience a entender realmente lo que son las criptomonedas y el cambio de sistema que estamos viviendo.
La carrera alcista comenzó con el primer 'halving'
Un año después del primer halving del bitcoin (momento en el que las recompensas por minar bitcoin se reducen a la mitad), que tuvo lugar el 29 de noviembre de 2012, vimos un aumento de más del 8069% en el precio del bitcoin hasta alcanzar los 1.000 dólares.
Cuando el precio del bitcoin comenzó a subir lentamente, los propietarios de bitcoins no podían creer su suerte. Había movimiento y el proceso era dinámico. Ya no era un sueño febril o un milagro navideño: era real y estaba sucediendo.
En 2012, los inversores podían comprar bitcoins a unos 12 dólares. Tras el halving, el valor de estos activos aumentó, aproximadamente, hasta los 1.124 dólares. Imaginad cómo celebraron aquellos que se aferraron a su Bitcoin (y la frustración de aquellos que vendieron demasiado pronto).
Los que vieron la carrera alcista empezaron a temer perderse los posibles nuevos máximos históricos y perdieron su oportunidad. Por su parte, aquellos que habían vendido demasiado pronto, o que tenían miedo de participar, sintieron el remordimiento de no ser una pieza del puzle dinámico. Esta primera carrera alcista fue el primer momento en el que el bitcoin alcanzó popularidad entre el público en general.
Los inversores ganan confianza en el bitcoin
En octubre de 2015, vimos una tendencia alcista similar en el mercado justo antes del halving de julio de 2016. El bitcoin tuvo un aumento (menor) del 112%, y el precio se estableció en unos 650 dólares por bitcoin.
Los inversores seguían ganando confianza en esta moneda y el activo entró en una carrera alcista que le hizo dispararse a los 1.000 dólares por primera vez en tres años.
A mediados del 2020, entramos en la tercera tendencia alcista del Bitcoin. Como en las anteriores veces, en mayo de 2020, vivimos el tercer halving de la criptomoneda. Desde el inicio del rally, iniciado ostensiblemente en octubre, su valor se ha multiplicado por cuatro.
Este crecimiento ha tenido un cambio claro respecto a los anteriores halvings: la inversión en criptomonedas por parte de inversores institucionales y gestoras de fondos. Lo que antes era sólo una moneda de nicho para “frikis” se ha convertido en un activo en el que invierten personas de todas las edades y procedencias.
El mejor ejemplo de esta transformación es el anuncio de Paypal de incorporar criptomonedas como método de pago. En 2020, el valor del bitcoin creció más de un 300% a medida que más inversores institucionales daban el salto a las monedas digitales.
Cambia la estrategia de asignación de los inversores institucionales
Con los intereses tan bajos y los fondos obteniendo tan pocas rentabilidades, estamos viendo cómo cambia la estrategia de asignación recomendada por los inversores institucionales y los bancos de inversión. No quieren quedarse atrás y ya ven a las criptomonedas como una clase de activo viable.
Cuando se compra una cantidad significativa de monedas, es decir, grandes inversores se convierten en ballenas, el precio aumenta, lo que obviamente cambia el ecosistema dentro de ese activo.
Algunos expertos lo ven como algo positivo al generar una nueva tracción. Sin embargo, otros argumentan que es negativo para la criptomoneda porque no es un aumento orgánico o por un interés genuino en la moneda, sino que únicamente los inversores quieren un trozo de cualquier pastel que pueda darles importantes rentabilidades.
Esto siempre será objeto de debate. No creo que sea intrínsecamente bueno o malo. Hay argumentos válidos en ambos bandos.
El bitcoin está a punto de convertirse en el oro del siglo XXI
Aquellos que sigan pensando como en 2009, corren el riesgo de quedarse atrás y volverse irrelevantes. Rectificar es de sabios, y gigantes como JP Morgan y Blackrock ya lo han hecho.
Las nuevas generaciones ven al bitcoin como el oro del siglo XXI, tener criptomonedas en el portfolio ya es algo habitual para inversores tradicionales, institucionales y particulares. En breve habrá dos clases de personas: los que sucumbieron a lo obvio y vieron el potencial de las criptomonedas y los ilusos que no quisieron escuchar.
Alejandro Zala es country manager para España de Bitpanda